martes, 24 de abril de 2012

Toda humilde beleza

Bienvenidos un día más a mi pequeño rincón literario. La entrada de hoy gira en torno a una pregunta: ¿existe algo más bonito que la costa gallega? Quizás me unan a nuestro paisaje unos lazos más fuertes que las propias olas, pero sin duda creo que la sensación de estar cerca del mar, olerlo, escucharlo, sentirlo... es indescriptible. Lo he hecho lo mejor que he podido, así que espero que lo disfrutéis :D 
  
De nuevo incluyo al final la traducción al castellano, para aquellos que no entiendan el gallego.

La pintura incluida en esta ocasión es obra de un pintor gallego, Urbano Lugrís: Isla.




Toda humilde beleza conflúe no mar, coma os ríos que levan música clara e cristalina dende as montañas.

O luscofusco na praia, cos pés debaixo da fría area do atardecer e o horizonte tinguido de xema de ovo e salmón, como unha capa de cor que cae polo borde do océano para dar paso á noite.

Toda humilde beleza comeza e remata nas ondas, fillas da lúa, que me acompañan no meu soño profundo no areal.

O espertar dunha mañá estival entre dunas, escoitando o son das gaivotas que sobrevoan a miña cabeza e se deixan caer en picado no manto azul.

O frío cortante nos nocellos ao introducir pouco a pouco os pés na auga, sentindo como o sol vai deizando paso a un novo abrazo de aquel que fai que o máis primitivo instinto humano sinta a súa chamada.

A sensación de liberdade, calma absoluta, e de novo un soño profundo que non fai outra cousa que facerme nadar máis e máis rápido. E o silecio ao parar, ao deixarte a flote nun mar do que xa non hai escapatoria, do que, se caíches algunha vez nas súas redes, xa non poderás volver a separarte xamais.

Toda humilde beleza conflúe no mar, todo mar galego me namora.



Toda humilde belleza confluye en el mar, como los ríos que llevan música clara y cristalina desde las montañas.

El crepúsculo en la playa, con los pies debajo de la fría arena del atardecer y el horizonte teñido de yema de huevo y salmón, como una capa de color que cae por el borde del océano para dar paso a la noche.

Toda humilde belleza comienza y acaba en las olas del mar, hijas de la luna, que me acompañan en mi sueño profundo en el arenal.

El despertar de una mañana estival entre dunas, escuchando el son de las gaviotas que sobrevuelan mi cabeza y se dejan caer en picado en el manto azul.

Toda humilde belleza va acompañada de un viento suave y refrescante que remueve mis cabellos a la vez que el sol abraza mi piel.

El frío cortante en los tobillos al introducir poco a poco los pies en el agua, sintiendo como el sol va dejando paso a un nuevo abrazo de aquel que hace que el más primitivo instinto humano sienta su llamada.

La sensación de libertad, calma absoluta, y de nuevo un sueño profundo que no hace otra cosa que hacerme nadar más y más rápido. Y el silencio al parar, al dejarte a flote en un mar del que ya no hay escapatoria, del que, si caíste alguna vez en sus redes, no podrás volver a separarte jamás.

Toma humilde belleza confluye en el mar, todo mar gallego me enamora.


"flor mareliña que entre espiñas chora,
ou das redes da a araña un tenue fío,
toda humilde beleza me namora"
(Antonio Noriega Varela)



Sebastián Blanco Portals

No hay comentarios:

Publicar un comentario